lunes, 19 de enero de 2015

¿Super mito o ¿Realidad?



El peso del alma ( 21 gramos )
Está comprobado científicamente que el cuerpo antes de morir pesa una cantidad y después de la muerte ha perdido 21 gr.
¿Pero se sabe a que corresponden esos 21 gramos que perdemos después de exhalar nuestro último aliento?
Según las investigaciones del Doctor Douglas MacDougall y su “teoría del peso del alma” que se remonta a 1927, toda persona pierde 21 gramos en el último minuto de su muerte, lo que según él, equivaldría al alma o espíritu que se ha desligado del cuerpo carnal de la persona. Su teoría fue basada en experimentos con personas moribundas que fueron pesadas minutos antes de morir y en todas habían perdido la misma cantidad de 21 gramos.
El Doctor Douglas utilizaba para tal proceso una cama especial muy sensible a las variaciones de peso. Por cierto, dicho artefacto fue construido por él mismo. Este doctor colocó en ella a seis enfermos terminales, y sobre ella los iba observando y pesando durante los últimos momentos de su vida (antes, durante y después). Y el resultado obtenido fue el mismo en todos los casos, todos perdían 21 gramos justo antes de morir.

El Misterio de la Niña Eléctrica




Angélique Cottin era una niña inglesa, campesina, de baja estatura, que al parecer ejercía un extraño efecto sobre las personas y las cosas, que hoy en día se conoce como psicoquinesia o telequinesia. De hecho, los fenómenos psíquicos que ella producía son muy similares a los que normalmente se asocian con los poltergeist.
A Angélica se le conocía como la Chica Eléctrica o la Chica Poltergeist, y su caso, aunque no único, fue uno de los primeros fenómenos paranormales investigados científicamente. Como tal, Angélique merece una seria atención, no sólo por parte de los parapsicólogos y los entendidos en la materia.
Los extraños fenómenos en torno a esta niña comenzaron a suceder en la ciudad de La Perriere, en Francia, el 15 de enero de 1846, cuando Angélica contaba con 14 años. A las 8 de la noche, Angélica junto con otras chicas, estaba tejiendo guantes de seda, cuando, de repente, la rueca que usaban comenzó a temblar como si estuviera viva.
Las niñas intentaron contarlo a sus vecinos, pero éstos no les creyeron y les obligaron a continuar con su trabajo. Una por una volvieron lentamente de nuevo al taller, que se mantuvo tranquilo hasta que Angélica llegó a él. En ese momento, las ruecas comenzaron de nuevo a moverse misteriosamente. Todas las niñas gritaban de pánico, menos Angélica, que sentía una extraña sensación de atracción hacia las ruecas.
Cuando los padres de Angélica se enteraron del incidente, pensaban que su hija debía estar poseída. Así que la llevaron a la iglesia del pueblo, a fin de que fuera exorcizada. Sin embargo, el cura pretendía primero presenciar el extraño fenómeno por sí mismo, para convencerse del extraño suceso, y aconsejó a sus padres que llevaran a la niña a un médico.
Mientras tanto, las sensaciones extrañas de Angélica continuaron. Cuando la niña trataba de sentarse en una silla, ésta la empujaba hacia fuera, y era tal la fuerza del poder que ni siquiera un hombre la podía sentar sobre ella. Si dormía en una cama, ésta se sacudía, y el único lugar en el que podía hacerlo era sobre una gran piedra recubierta de corcho.
Los objetos se acercaban a ella, incluso sin contacto físico aparente. El simple toque de su mano, incluso sobre muebles pesados, hacía que éstos rebotaran y saltaran de arriba a abajo. Las personas que estaban cerca de ella podían tener con frecuencia descargas eléctricas. Cuando esto sucedía, el corazón de la niña latía a 120 pulsaciones por minuto, y a veces venían acompañadas de convulsiones.
Lo curioso del caso era que los metales no se veían afectados por su poder, lo que indicaba que, si fuera un poder eléctrico, sería un poco raro. Sus poderes a veces desaparecían durante dos o tres días, y a continuación se iniciaban sin previo aviso. Cuando ella se encontraba cansada, por ejemplo, los efectos se reducían.
La niña fue llevada a París para que fuera sometida al estudio médico. Allí fue examinada por el doctor Tanchou, que fue testigo de sus poderes. Precisamente, en muchas ocasiones, el sofá en el que se sentaba la niña se movía por la sala de consulta. El médico, sumamente impresionado, requirió los servicios del famoso físico y astrónomo, Francois Arago. El físico llegó a la conclusión que los fenómenos eran reales y publicó un informe en febrero de 1846.
Arago pensaba que el poder de Angélica se debía al electromagnetismo. Señaló que el lado izquierdo de su cuerpo, concretamente sobre su mano izquierda y la pelvis, se hallaba más caliente que la parte derecha cuando se producían los fenómenos de la niña. Además, los fenómenos no se producían continuamente, sino sobre todo de noche, entre las siete y las nueve.
Arago se inclinó aún más hacia su teoría del electromagnetismo cuando descubrió que la niña tendía a lanzar los objetos que se movían a su paso hacia el norte, incluso la propia Angélica actuaba como una brújula, ya que siempre lograba acertar dónde se encontraba el norte de algún lugar en concreto.
A pesar de la imprevisible naturaleza de los fenómenos, la salud de Angélica era excelente, aunque se sugería que alguna enfermedad nerviosa era lo que podía haber provocado el origen de los fenómenos. Los padres de la chica, pobres y viendo la sugerente oportunidad, decidieron, en contra de Arago y los médicos, realizar en París una exposición con la niña, para que la visitaran los turistas previo pago.
Sin embargo, el 10 de abril de 1846, los fenómenos paranormales desaparecieron, y ya no volvieron jamás.

Las misteriosas luces de Marfa en Texas


Las luces misteriosas son visibles durante las noches claras, cerca de Marfa, en el estado norteamericano de Texas. Hubo miedo y superstición en el pasado. Hoy en día, esas luces siguen siendo un enigma para la ciencia, amén de un importante enclave turístico.

Robert Reed Ellison fue el primero en informar acerca de estas luces en 1883. En un primer momento pensó que podían ser fogatas de los indios apaches, pero más tarde, los investigadores precisaban que, durante el día, no se lograban encontrar restos de cenizas u otros elementos de pruebas de que fueran fuegos los que provocaban aquellas luces.

Una vecina de la zona, la señora Giddens, contaba cómo en una ocasión su padre se perdió en una ventisca. Las luces aparecieron y hablaron con él, informándole de que iba en dirección equivocada. Las luces lo guiaron hasta una cueva, y una gran bola de luz permaneció con él hasta la mañana siguiente, cuando por fin pudo encontrar el camino a casa.

Las leyendas que corren entre los habitantes del lugar hablan de que las luces representan a los colonos que fundaron estas tierras, o bien señales de los mineros que buscaban oro en este lugar. Incluso llegaron a pensar que era Pancho Villa y sus hombres que se desplazaban por las montañas.

Otras leyendas son las que cuentan los indios americanos. Para ellos, las luces son guerreros vengativos que tratan de atraer a los soldados a alguna trampa o una tribu en busca de su jefe. Para otros representan a un antiguo jefe apache que guarda así aquellas historias para que nadie pueda robarle el oro que esconden.

Las luces son de color blanco, amarillo y naranja. La ciencia ha podido demostrar que las luces existen en realidad, pero aún no ha podido precisar ni lo que son ni de dónde proceden. Algunos creen que es un resplandor de algo, pero los científicos tampoco pueden precisar a este respecto qué refleja o cómo puede hacerlo.

La única razón que se ha podido postular con más fuerza es que las luces se tratan de gases que emiten los pantanos cercanos. Por la noche, el gas de las aguas estancadas puede provocar estos reflejos en el cielo. Aún así sigue siendo una teoría de poco peso.

Otras explicaciones razonables son las que indican que las luces pueden ser causadas por hechos similares a los que producen los espejismos, provocadas por las condiciones atmosféricas cuando el frío y el aire caliente crean un efecto visible al doblar la luz.

Los accidentes de la “carretera de los huesos” en Siberia


Se dice que cada metro de construcción de la carretera costó una vida. Se cuenta que con las temperaturas existentes en la zona, una persona, perdida en esos parajes, apenas aguanta 8 horas sin congelarse. Dice la historia que cientos o miles de personas fueron obligados a realizar trabajos forzosos para construir esa carretera transiberiana, la conocida como “Carretera de los huesos“, aquella donde los que se opusieron a Stalin lo pagaron con su vida siendo enterrados bajo su asfalto.

Y cuenta la leyenda que las almas de muchos de ellos vagan por allí. Durante un tramo de casi 30 kilómetros de esa carretera la cantidad de accidentes es altísima. Cuando los conductores afectados han sido preguntados por las causas que lo motivaron, ninguno hasta ahora ha recordado el motivo. Como consecuencia, los amantes de las leyendas, de los misterios se han lanzado a proclamar sus teorías fantasmales, aunque la que más científica de todas es aquélla que dice que los causantes tanto de los accidentes como de los olvidos son unas filtraciones de un determinado gas…

El misterio del Hombre Polilla


El aspecto físico que se le atribuye a esta hipotética criatura, es la de un humanoide de más de 2 m de altura, con grandes alas que se repliegan, cubierto de pelo gris oscuro, con grandes garras en las patas, sin cabeza y con dos grandes ojos rojos y luminosos a los que se atribuyen facultades hipnóticas.
Los primeros relatos reportados por testigos que aseguraron v
erlo se obtuvieron en el año 1966. Se dice que Mothman fue observado por primera vez en Point Pleasant (Virginia Occidental). En la noche del 14 al 15 de noviembre, dos matrimonios paseaban en automóvil cerca del sector conocido como "área TNT", una zona de antiguos depósitos militares de explosivos usados durante la segunda guerra mundial. Observaron al lado del camino una criatura de unos 2 m de altura, con dos alas plegadas a la espalda y que les miraba con dos brillantes ojos de color rojizo. El conductor aseguró haberse dirigido hacia la carretera principal y los ocupantes aterrorizados habrían sido seguidos hasta la misma entrada del pueblo. Los supuestos testigos, así mismo, afirmaron haber oído un agudo grito proveniente de la criatura; luego después de su declaración a la policía, se ordenó una exhaustiva búsqueda en el "área TNT", sin aparecer ningún indicio de la evidencia de dicha criatura. El día 16, también en las inmediaciones del antiguo depósito militar, otro supuesto testigo aseguró haber visto al monstruo: "Lo vi entre las sombras, era como si se hubiese estado arrastrando en el piso y lentamente fue poniéndose de pie, de color gris y mucho más alto que un hombre, con dos terribles ojos rojos". También esta persona le atribuyó poderes hipnóticos a la mirada de ese par de ojos rojos de la supuesta bestia.
La noticia no tardó en difundirse y rápidamente Point Pleasant se convirtió en el foco de atención de muchos "caza-monstruos", que armados recorrieron una y otra vez los sitios señalados por los testigos sin encontrar absolutamente ningún indicio.
El 25 de noviembre, en un campo de cultivos, otro supuesto testigo volvió a ver la criatura, a las 7:15 de la mañana cuando se dirigía a su trabajo, una figura humana de color grisáceo, elevándose verticalmente desde el suelo y abalanzándose contra el auto. Se dice que la víctima aterrorizada aceleró, pero la bestia lo estuvo siguiendo, dando vueltas sobre el vehículo como si estuviera jugando, durante varios kilómetros.
Igualmente se dice que pilotos pertenecientes a la base militar cercana de Galípolis, el día 4 de diciembre también observaron al monstruo maniobrando y planeando sobre el río, y que pudieron calcular que iba a unos 100 m de altura y a casi 100 km por hora. Posteriormente le siguieron con sus aviones con la intención de fotografiarle, pero se dice que no pudieron ya que el ser desapareció en uno de sus movimientos cerca de un espeso bosque.

El misterio de la fuga de Alcatraz


Para el FBI, una de las pruebas más concluyente de que los hermanos John y Clarence Anglin lograron escapar con vida y no perecieron en las frígidas aguas que rodean a la prisión de Alcatraz fue el hecho de que la madre de estos recibió cada año hasta su muerte un ramo de flores –sin tarjeta- por su cumpleaños. La otra es aquella que especula con que los hermanos asistieron al funeral de la madre en 1973 disfrazados de mujeres pese a la fuerte presencia de agentes del FBI que los esperaba.

La noche del 11 de junio de 1962, cuatro presos tenían programada su fuga de ‘La Roca’, como era conocida desde su apertura en 1933 la inexpugnable prisión federal situada sobre un peñasco frente a la bahía de San Francisco (norte de California) y que echó el cierre en 1963. Alcatraz estaba considerada como una prisión de alta seguridad debido a su situación geográfica y fue el hogar forzado de aquellos que eran considerados “individuos irrecuperables para la sociedad” y gángsters famosos, como Al Capone.

Tras meses de planificación y excavar túneles con cucharas que les permitieran llegar al punto débil del penal -uno de los ventiladores que estaban en el tejado-, sólo tres de esos cuatro hombres lograron darse a la fuga: los hermanos Anglin y Frank Morris, quien se cree que fue el cerebro del virtuoso plan, todos ellos convictos confesos por robar bancos. El cuarto recluso, Allen West, permaneció en su celda sin que se hayan conocido nunca bien los motivos: el pánico o problemas logísticos que le impidieron llegar hasta el tejado de la cárcel. La información que en los años siguientes proporcionó West al FBI fue básica para conocer el plan de los fugados.

A lo largo de la historia de la prisión se produjeron 14 intentos de fuga que involucraron a 36 personas; solo las tres mencionadas antes siguen en paradero desconocido. Veintitrés reos fueron detenidos de nuevo; seis murieron por disparo de bala durante la fuga y cuatro ahogados. Cuando la mañana del 12 de junio de 1962 se efectuó el rutinario recuento de presos, sobre las camas de los tres hombres reposaban sendas cabezas fabricadas con papel y pelo de la peluquería que daban la impresión de que los reos fugados seguían durmiendo.

De estar vivos, John Anglin tendría hoy 82 años; su hermano Clarence 81; y Frank Morris 85. “Tenemos que trabajar bajo el supuesto de que lograron escapar”, ha asegurado esta semana Michael Dyke, Marshal de Estados Unidos, a la agencia Associated Press con motivo del 50 aniversario de la fuga. El servicio de Marshals tomó el control de la investigación –que sigue abierta- después de que se la cediese el FBI en 1978. “Si los fugados no son detenidos, se entregan o se prueba que están muertos, la investigación sigue activa hasta que cumplan 99 años, cuando expiren las órdenes de búsqueda y captura”, dice Dyke.

Los historiadores y parte de las autoridades de entonces supusieron que los hombres perecieron en las frías aguas de la Bahía, a pesar de que habían fabricado una especie de balsa con más de 50 gabardinas de la prisión de la época de la Segunda Guerra Mundial. Pero ningún cuerpo fue encontrado. Además, las estadísticas dicen que dos de cada tres cuerpos que perecen en la Bahía salen a flote, lo que refuerza la tesis de que al menos uno de los presos logró llegar a tierra sano y salvo. La familia de los Anglin cree que John y Clarence consiguieron huir hasta Brasil y han pasado el resto de sus días en Sudamérica.

Alcatraz fue polémica desde su apertura. Su vulnerabilidad –cuando se la definía como inexpugnable- y el hecho de que la sal del mar corroía sus estructuras metálicas e incluso los propios cimientos –una reconstrucción hubiera sido costosísima- llevó al fiscal general de entonces, Robert Kennedy, a tomar la decisión de cerrar el penal en 1963. El cine se ha encargado de alimentar la leyenda de Alcatraz con películas más o menos fieles a los hechos. Sin duda, Fuga de Alcatraz, dirigida por Don Siegel y con Clint Eastwood en el papel de Morris, es la mejor prueba de las primeras.

El último preso en abandonar el penal fue Frank Watherman. Lo hizo el 21 de marzo de 1963 y declaró su satisfacción por el cierre: “Alcatraz nunca hizo ningún bien a nadie".

El Misterio de la Isla Flannan


Corría el año 1900 cuando tuvo lugar el misterioso suceso que a continuación os vamos a relatar. Situémonos primero…
Todo ocurre en las islas escocesas de Flannan, (siete islotes situados cerca de las islas Hébridas), el día 26 de diciembre de ese año. El Hesperus, barco de suministro que hacía su ronda habitual, retrasada unos días a causa del mal tiempo, llega ante el faro de la pequeña isla de Eilean Mor y atraca. El faro, de casi 24 metros de altura y que sólo llevaba un año en funcionamiento, siempre lo recibía con la bandera izada agradeciendo así su llegada. Pero en esta ocasión no fue así.
Entre los ocupantes del barco se encontraba también un tal Moore, uno de los que habitualmente cuidaban el faro y que se reincorporaba tras unas pequeñas vacaciones. Moore fue el primero en preocuparse al sentir que algo no iba bien. Días atrás habían sufrido una terrible tormenta y desde entonces no se veía la habitual luz del faro. Además la niebla aún era densa, creando así un ambiente muy inquietante. Temía que algo le hubiera ocurrido a sus tres compañeros.
A medida que el Hesperus se acercaba, lanzaba señales destinadas a que fueran contestadas por los fareros, pero ninguna obtuvo respuesta. Ya estaba claro, algo les había sucedido.
Ya en tierra, y siempre bajo el mando del capitán Helman, unos cuantos hombres, entre los que se encontraba Moore, se acercaron hasta la puerta misma del faro. Moore tocó pero nadie contestó. El silencio del lugar resultaba ensordecedor. Tuvieron que derribar la puerta para poder entrar en su interior ya que la puerta estaba cerrada con llave…
Allí todo estaba en orden, no había rastro o pista alguna sobre lo que le había ocurrido a los tres encargados del lugar. Tan sólo el reloj, el reloj que se había detenido justo a las 9:30 y una silla tirada hacia atrás, como si el que estuviera sentado se hubiera levantado precipitadamente.
No tardaron mucho en encontrar el diario del encargado principal, Ducat, y vieron que había escrito por última vez a las 9:00 horas del día 15 de diciembre. ¿Qué es lo que había ocurrido con los tres fareros?.
Con esa angustiosa incógnita partió de nuevo el Hesperus, dejando el faro al cuidado de Moore, que siguió recorriendo e investigando tanto en el interior del faro como por el resto de la isla, incluyendo la casa y la capilla, ya en ruinas y abandonadas, que se hallaban no muy lejos del faro. Unos días después la propia Armada Real Británica se presentó dispuesta a realizar una profunda labor de investigación.
Descubrieron entonces que los equipos especiales para días de tormenta no estaban, que sólo quedaba el otro de los fareros, Mc Arthur. Además la enorme y pesada grúa que se hallaba instalada en el embarcadero había sufrido movimientos violentos, quizás consecuencia de la fuerte tormenta de días atrás. Por ello las primeras teorías apuntaban a que alguno de los hombres pudo ser arrastrado por una ola de gran magnitud que golpeó la costa, probablemente Mc Arthur, y que los demás, Ducat y Marshal, se ahogaron con él al intentar salvarlo. Pero lo que no se entendía era que cómo iba a ocurrir un final tan trágico si por todo el muelle existían salvavidas y sogas a las que agarrarse.
La cuestión es que nunca se encontró rastro alguno de ellos y, por ello, nunca se ha podido explicar su desaparición. Por cierto, cuentan que Moore, que siguió cuidando el faro en soledad, enloqueció un año después… ¿la soledad y la pena acabaron con su equilibrio mental?, ¿o terminó creyendo lo que decían los habitantes de las islas Hébridas sobre que la isla estaba encantada y que una terrible criatura marina había devorado a sus compañeros cuando huían de un espeluznante ser de otro mundo?.
El faro de la isla de Eilean Mor aún hoy sigue en funcionamiento. Eso sí, desde 1971 es totalmente automático y en la isla ya no vive nadie