viernes, 31 de agosto de 2018

Una belleza. .!!
Miras a tu mujer y notas que tiene el vientre lleno de estrías y los senos medios caídos, ella ya no tiene el cuerpo de cuando la conociste, tu gusto por ella ha disminuido, entonces partes a la búsqueda de las mujeres más jovencitas con un cuerpo y rostro perfecto...
Acuérdate amigo: que ella intento seguir siendo la mujer mas hermosa del mundo para ti, pero perdió la belleza cuando te hizo sonreír el día que te dio hijos y dejo todo a un lado incluyendo a si misma para cuidar de ellos y de ti...
No seas tonto ámala, cuídala, mimala, al llegar a casa dile " gracias mi amor por todo, eres la mujer perfecta "...las mujeres no quieren saber si eres un príncipe azul encantado, quieren saber si amas y valoras lo que ella sacrifico para hacerte feliz..

jueves, 30 de agosto de 2018


PERMITIDO

Permitido estar triste, sin la obligación de estar alegre siempre.
Permitido llorar, sin la obligación de reír siempre.
Permitido tropezar, sin la obligación de estar erguido siempre.
Permitido sentirse débil, sin la obligación de ser fuerte siempre.
Permitido estar herido, sin la obligación de resultar ileso siempre.
Permitido tener miedo, sin la obligación de ser valiente siempre.
Permitido ignorar, sin la obligación de saberlo todo siempre.
Permitido equivocarse, sin la obligación de acertar siempre.
Permitido contradecirse, sin la obligación de ser coherente siempre.
Permitido no poder, sin la obligación de poder siempre.
Permitido rendirse, sin la obligación de insistir siempre.
Permitido decir “no”, sin la obligación de decir “si” siempre.
Permitido rebelarse, sin la obligación de aceptar siempre.
Permitido gritar, sin la obligación de callar siempre.
Permitido doblar, sin la obligación de ir por el camino recto siempre.
Permitido hacer nada, sin la obligación de hacer todo siempre.
Permitido estar solo, sin la obligación de estar acompañado siempre.
Permitido dudar, sin la obligación de tener fe siempre.
Permitido ver sombras, sin la obligación de ver luz siempre.
Permitido ser Humanos, sin la obligación de parecer dioses siempre.

Hay una historia que contaban los ancianos de mi pueblo. Ellos decían que dos almas que se hubieran amado bajo la luz de la luna estarían unidas para siempre.
Cada vez que regresaran al mundo en otras vidas, se buscarían una y otra vez hasta encontrarse, que el secreto estaba en cerrar los ojos y seguir la voz del corazón.
Decían que cada noche, la voz de ella, sería el murmullo del viento que escucharía él, ese amor lo llamaría y sus pasos lo guiarían en algún momento a encontrarla.
Ellos regresarían en tiempos iguales, las manos de ella, cabrían en las de él, su pecho tendría el espacio exacto para protegerla con sus brazos y al tener su cabeza recargada, el corazón de ambos se volvería un mismo palpitar.
La magia de la luna despertaría en ellos, todos los sentimientos dormidos, él sentiría en la distancia sus temores, sus angustias, sus momentos de paz, sus alegrías, ambos tendrían las respuestas a preguntas que aún no se hicieron.
Se reconocerían sin palabras, sólo con la mirada, ese brillo encendería en ambos el amor escondido bajo la luz de la luna, el polvo mágico despertaría en ellos esos sueños que se tejieron en el tiempo, que rozaron con sus dedos la eternidad.
El amor es el lazo más fuerte que tenemos con el cielo y justo el amor los haría regresar una vez más, porque aquellos que se prometieron amor bajo la misma luna , no se podrán separar jamás.
Los ancianos de mi pueblo dicen, que si te quedas en silencio mirando la luz de la luna , escucharás las voces de esas almas llamando infinitamente ese amor que tiempo atrás, en otra vida, nació.

"Nunca me pega"
-¿Pero te pega?- me pregunta la policía, una chica jovencita, con el pelo recogido que me hace acordar un poco a mi hija
-¿Te pega o no te pega, mamita? Decidite, porque no podemos andar tomando denuncias por boludeces-
No sé que decirle. Mi amiga me dijo que diga que sí, porque si no no me van a dar pelota, pero no sé que decir.
Porque Dardo nunca me dio un puñetazo. Ni una cachetada, ni una patada, ni siquiera me empujó. Pero le tengo miedo, igual le tengo mucho miedo cuando hago algo que no le gusta y él me mira y hace ese gesto con las manos, como que aprieta algo, y después descarga un puñetazo contra la pared, cerquita, cerquita, de donde está mi cabeza, pero no me pega.
-Estúpida- me dice- Estúpida de mierda, gorda pelotuda, te tendría que echar a la mierda, a ver quien te aguanta, quien te da de comer- me dice, pero no me pega,
A mí me gustaría tener mi plata, pero él no quiere que trabaje Dice que soy una inútil, y que le va a salir más caro el collar que la perra, porque va a tener que pagar los juicios de mis clientas. Yo soy cosmetóloga y maquilladora profesional, dos años estudié, antes, cuando no lo conocía, pero ahora él no quiere que trabaje. Igual, a veces alguna de las chicas venían a casa para que las arregle, o les haga una limpieza de cutis, pero él se aparecía en la cocina y les decía "mirá que sos valiente, vos, ésta te va a quemar toda la cara con esas meadas de perro que te pone" y se reía fuerte. Las clientas no vienen más, y mis amigas tampoco, porque soy una aburrida, ellas son todas pibas jóvenes, lindas, y yo soy una gorda culo caído. y una bruta. Así me dice, y me clava un dedo en la panza fofa, en las nalgas blandas y se ríe, pero no me pega.Nunca me pega.
Él sí tiene amigos, a veces vienen a casa, y yo les cocino empanadas de pollo que a él le gustan. Antes me gustaba que vinieran, porque por lo menos veía gente, pero ya no me gusta más que venga nadie, porque él se pone gracioso y me dice "la ballena" o les pregunta a los amigos qué hizo para merecer esto, él que tuvo siempre las pibas de familia, las más lindas, y se pone a recordar las novias que tenía antes de conocerme.
-Me agarró con un hijo, la gorda- les dice, y se ríe- Ninguna

boluda, aunque parece, se hizo preñar y se aseguró la buena vida- y se ríe solo, porque nadie más se ríe. Ahora sus amigos tampoco vienen más, y él dice que es porque mis empanadas son un asco. Pura grasa, igual que yo.
-¿Y, te pega o no te pega?- repite la señorita de uniforme, que está perdiendo la paciencia, y empieza a poner el mismo gesto de Dardo cuando le sirvo el almuerzo y me dice que le falta sal, o que está crudo, que con lo que me gusta comer como no voy a saber cocinar.
No, no me pega, nunca me pega, pero igual quiero que se vaya, igual quiero vivir sin miedo, igual necesito no sobresaltarme cuando escucho el motor del auto, igual quiero vivir sin ese dolor de estómago que me quedó desde aquella vez que Lauti,mi hijo, trajo una gatita y él la ahogó en la bañera, porque dijo que ya bastantes vagos daba de comer. Ahí supe que quería que se fuera. O que se muera. O morirme yo, como la gatita que lo arañó un poquito antes de quedarse quieta, con los ojos muy abiertos
Si tuviera adónde me iría yo, pero no tengo. La casa está a mi nombre porque era de mi abuela, y me la dejó antes de morir porque yo la cuidé en sus últimos años, y es lo único que tengo. Eso y doscientos pesos que fui escondiendo de los vueltos de los mandados, sin que él se diera cuenta.
El otro día me encontré con Sandra, mi mejor amiga de la escuela de maquillaje, y me dijo que me veía mal, triste. Me largué a llorar como una boba y le conté todo, pero rápido, porque tenía que volver antes de que él llegara, si no, me iba a dejar encerrada como esa vez que me demoré en el súper porque había mucha gente y se enojó. Me tuvo encerrada en el dormitorio una semana, solo cuando él venía me dejaba salir para ir al baño. Pero no me pegó.
Sandra dice que lo puedo denunciar, que soy víctima de violencia económica, emocional y verbal, que la policía lo puede sacar porque la casa es mía.
Pero ahora la señorita dice que no pueden hacer nada, que trate de hablar con él, porque esto no es cosa para la policía, porque no me pega, aunque me esté matando..!!!

Texto de Cecilia Solá 
•Los niños no se quedan en el auto en lo que bajas rápido a comprar algo (aunque este cerquita)
•Los niños no se deben acostumbrar a andar con cualquier persona.
•Los niños no deben salir a jugar sin supervision.
•El hermano mayor no debe cuidar a sus hermanitos. No es su responsabilidad.
•Los niños no deben estar en un ambiente dónde se consuma alcohol (aunque esté tranquilo) nunca.
•Los niños no deben estar cerca de personas inestables o con malas costumbres.
•Los niños no deben dormir en una y otra y otra casa.
•Los niños no se tocan a manera de "cariños"
•Los niños no se besan en la boca
•Los niños no se les obliga a querer a los adultos
•Los niños no tienen qué decir "SI" solo por qué eres adulto y a los adultos se les respeta 
•Los niños deben aprender a decir "No" "No quiero" 
•Ellos no tienen la decisión en sus manos.
•Ellos no saben de peligro.
•Ellos no saben de maldad.
•Ellos no saben de odio.
•Ellos no saben que existen personas con malas intenciones.
Los niños son inocentes, 
son ingenuos,
¡SON NIÑOS!!!!
Nuestra responsabilidad es protegerlos de todo y de todos, aunque no sean nuestros propios hijos.
Los tiempos que ahora viven los niños, nunca serán los mismos de cuando nosotros fuimos pequeños. 

Cuídalos,
Ámalos,
Protéjelos,
Cree en ellos, siempre ...
PAPAS FRITAS.
Si hay un momento en mi vida en el que extraño ser chico es cuando llega el mediodía y me tengo que ir a comprar comida.
Cuando sos chico la comida no es una preocupación: aparece cuando la necesitas y punto, sin tanta vuelta. El problema cuando sos grande es que te la tenes que procurar vos y cuando llega el mediodía y el hambre empieza a asomar, la pregunta se hace inevitable: “¿qué voy a comer hoy?”.
Y es un problema porque cuando sos chico y alguien te pregunta qué querés comer, la respuesta es automática y sumamente fácil: papas fritas.
Cuando sos chico querés papas fritas todo el tiempo y, mejor aún, podes comer papas fritas todo el tiempo. Los grandes inventaron que no se puede comer papas fritas todos los días por una sencilla razón: la envidia.
A los chicos no les hacen mal las papas fritas, es una mentira de los adultos. Ellos inventaron eso porque cuando sos grande las papas fritas te empiezan a hacer mal, pero no por el hecho de ser “papas fritas”: cuando sos grande te empieza a hacer mal todo. No podes tomar mucho café porque te da acidez, no podes comer mucho picante porque después soñas pavadas, de noche tenes que comer poquito porque si no dormis mal, hasta el dúo supuestamente más noble del mundo, lechuga y tomate, te hacen ir al baño como un desgraciado. Después inventamos más mentiras, como por ejemplo que “seguro estaban mal lavadas”. Pero es mentira, nos caen mal porque somos grandes y los grandes somos sumamente frágiles.
Los chicos no nos enfermamos cuando corremos debajo de la lluvia, ni si corremos desabrigados, esas cosas les pasan a los adultos. ¿A cuántos de los aquí presentes les han dicho “abrígate que tenes frío” cuando en realidad tenían frío alguno de sus progenitores (madres casi siempre)? ¡No tengo frío, estoy corriendo como un energúmeno, colorado como huevo recién rascado! ¿A quién se le puede ocurrir que ese ser humano que transpira y corre de manera torpe con otros seres iguales que él puede llegar a tener frío? Son los adultos los que tenemos frío cuando baja el sol, que nos buscamos un swetercito “para que no nos haga mal el rocío”. ¡En qué nos hemos convertido! Echándole la culpa al inocente rocío de nuestra vejez. Pero lo que es peor aún y me molestaba más que nada de las mentiras de los adultos era cuando te decían “te vas a sacar un ojo”: “Dejá de correr así que te vas a sacar un ojo”, “no juegues con eso que te vas a sacar un ojo”. ¡Todas mentiras! Los ojos no se salen tan fáciles, no es tan simple que un ojo salga de su órbita.
Cuando nos venimos grandes nos vamos convirtiendo en ese adulto mentiroso que no puede comer papas fritas todo el tiempo y en venganza empezamos a decirles a los niños que nos rodean que no pueden hacer un montón de cosas ni pueden comer lo que quieren todo el tiempo.
En mi casa recuerdo muy bien que cuando mi abuela preguntaba qué queríamos comer, yo siempre respondía “papas fritas”. Y mientras fui chico comí papas fritas sin ningún problema. Cuando crecí y mi abuela me preguntaba qué quería comer, yo respondía “papas fritas”, mientras pensaba “qué mal me voy a sentir más tarde”.
Así que ahora, ya siendo este ser adulto y horrible en el que me convertí (lo de adulto, lo otro ya venía de antes), me llevo de la mano a comer al mediodía y cuando me pregunto qué quiero comer, el niño responde “papas fritas”, pero el adulto le responde “no podes comer papas fritas todo el tiempo” y me pido una inofensiva tarta de jamón y queso.
Eso sí, a la tarde, cuando pienso “qué mal me cayó esa tarta”, el niño me dice “¿ves? Para eso te hubieses comido las papas fritas”.