domingo, 7 de febrero de 2016

EL NIÑO ESTÁ HECHO DE CIEN de Loris Malaguzzi


El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegria
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.

                                                                       Ilustración de Jennifer Black Reinhardt

¿ES ESO LO QUE LOS NIÑOS QUIEREN? por Mónica E. López


                                                                                                               Ilustración de Pascal Campion
Por aquí se acostumbra que los niños (cuyos padres tienen dinero para usar en esas cosas, por supuesto) festejen sus cumpleaños en sitios armados para tal fin que suelen tener un “animador”, castillos inflables, peloteros, etc. y no olvidemos un comienzo y un final obligatorios de invitaciones y bolsitas descartables. Cuando después de las tres inflexibles horas de pautada diversión, se acerca la hora de retirarse, se acaba la cortesía de los mozos y mozas que comienzan a preparar todo para el próximo cumpleaños, que se repetirá, idéntico, en media hora.
Este concepto industrial del festejo va de la mano con varias prioridades de los padres y madres de hoy en día: orden, seguridad, limpieza y comodidad. También da por sentado una exigencia que se podría revisar: todos los compañeros del curso tienen que ser invitados. La presencia de treinta niños y niñas trae como resultado que sólo es posible hacer el festejo, en esos paraísos de los mercaderes de las fiestas infantiles. En algunos colegios privados de aquí se cierra el círculo cuando las madres recolectan una suma fija para cada cumpleaños y ¡se les regala dinero a los chicos!, sin personalizar el obsequio, sin simbolizar el regalo, sin.
Me pregunto ¿es eso lo que los niños quieren? El materialismo, la indulgencia de los padres, el sentimentalismo y la presión social de que “todos los demás lo hacen”, también tienen su parte en estas reuniones donde los chicos disfrutan, pero como lo podrían hacer, sin tanto despilfarro, con otras formas de celebración mucho más reales y menos consumistas.
La idea de aventura es muy cercana a los niños, se entusiasman, la aceptan naturalmente. Existen muchas actividades que podemos hacer con ellos para festejar su cumpleaños, evitando estas limitadas formas de jugar sin riesgos y sin desafíos genuinos. Podríamos llevar a un grupo de amigos a la naturaleza, a la aventura, organizar partidos de fútbol, búsquedas del tesoro, comidas en la playa o en el campo, caminatas o lo que la imaginación nos sugiera. Creo que con un poco de optimismo y voluntad, podríamos modificar estas rutinas de celebración que nos han hecho creer que son la única forma posible de festejo, y que en el fondo sirven más a los intereses de los adultos que a los deseos de nuestros chicos.

jueves, 4 de febrero de 2016

CIERRA LA PUERTA


Si andas por la vida dejando "puertas abiertas" por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones? , ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida. Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo.
Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Por eso cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.
Paulo Coelho