Desde ese día, dondequiera que caminaba, mantenía gacha la cabeza,
sus ojos inspeccionando atentamente el suelo en busca de más centavos, y
quizá otros tesoros aun mayores. Durante su vida, por supuesto,
encontró más dinero.
En realidad, recogió 302 centavos, 24 monedas de cinco centavos, 41
de diez centavos, 8 de veinticinco centavos, 3 monedas de medio dólar y
un gastado dólar de papel… un total de $12.82. Mantuvo en lugar seguro
su tesoro, protegiéndolo como una “herencia gratis” de riqueza. Se
gozaba con el hecho de que ese dinero no le había costado nada.
¿O sí le había costado?
Durante la búsqueda de su tesoro perdió de ver la plena belleza de 35
127 puestas de sol, el esplendor de 327 arco iris, la hermosura de
blancas nubes flotando por encima de su cabeza en un cielo de cristal
azul, pájaros volando a gran altura, ardillas saltando en los árboles de
rama en rama por encima de los senderos que transitaba y el brillo de
las hojas de otoño danzando contra un fondo de sol otoñal.
Lo que obtuvo, $12.82, no fue con seguridad igual a lo que perdió.
Los hombres, mientras buscan sus sustento, se olvidan de vivir.
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