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Los padres hicieron lo imposible por calmarlos, pero nada funcionó. Al fin se rindieron y dejaron a los chicos comportarse como unos salvajes.
Ante el comportamiento del niño y su hermanita, era obvio que no estaban acostumbrados a recibir disciplina.
Justo antes de despegar, una aeromoza se detuvo a su lado y les dijo con una gran sonrisa:
-¿De qué se trata todo este chillido que escucho?
Después de pasar unos encantadores momentos con el exigente chico de 3 años de edad y con su hermanita mayor, la aeromoza se inclinó sobre ellos y les dijo en un susurro:
-Debo recordarles que este es un vuelo libre de chillidos.
Increíblemente los pequeños se tranquilizaron, y para el alivio de los demás pasajeros, no volvieron a moverse durante todo el vuelo.
El comportamiento de tus hijos afecta a todos a su alrededor. Enséñales a respetar a los demás haciendo de cada día un viaje sin chillidos.
Hay dos injusticias que pueden acontecerle a un hijo:
Una es castigarlo por algo que no hizo. La otra es permitir que se salga con la suya por algo que él sabe que está mal.
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