Entonces, el ciego le responde: -Yo no llevo la lámpara para ver mi
camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz
para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí… No sólo es
importante la luz que me sirve a mí sino también la que yo uso para que
otros puedan también servirse de ella.
¿No
sabes que alumbrando a otros, también me beneficio yo, pues evito que
me lastimen otros que no podrían verme en la oscuridad?-
Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.
Alumbrar el camino de los otros no es tarea fácil, muchas veces en
vez de alumbrar, oscurecemos mucho más el camino de los demás. ¿Cómo? A
través el desaliento, la crítica, el egoísmo el desamor, el odio, el
resentimiento…¡Que hermoso sería si todos ilumináramos los caminos de
los demás, sin fijarnos si lo necesitan o no!. Llevar luz y no
oscuridad. Si toda la gente encendiera una luz, el mundo entero estaría
iluminado y brillaría día a día con mayor intensidad.
Luz, demos luz. Tenemos la energía que permite iluminar en vez de oscurecer. Está en
nosotros saber usarla. Está en nosotros ser Luz y no permitir que los
demás vivan en las tinieblas.
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