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El primer día, la niña clavó 25 clavos. Con el paso de los días, fue calmándose y descubrió que era más fácil controlar su carácter que martillear clavos en la cerca. Finalmente llegó un día en que la chica no perdió la calma y se lo dijo a su padre. Éste la felicitó, y le sugirió que por cada nuevo día que controlara su carácter arrancara un clavo de la cerca.
Los días pasaron y la jovencita, finalmente, le dijo a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hija hasta la cerca y le dijo:
-Hija, has hecho bien. Fíjate ahora en cuántos agujeros hay en la cerca. Cuando dices o haces algo con rabia dejas una cicatriz, como este agujero. No importa cuantas veces pidas perdón, la herida esta allí y es igual de grave que una herida de las que se ven. Los amigos son joyas a las que debes valorar, ellos te sonríen y te animan a mejorar, te escuchan y siempre tienen su corazón abierto para recibirle. La felicidad no consiste en hacer siempre lo que quieras, si no en querer siempre lo que haces.
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