Una
noche, a las 11:30 p.m., una mujer afroamericana de edad avanzada
estaba parada en el borde de una autopista de Alabama bajo una fuerte
tormenta. Su automóvil se había descompuesto y necesitaba
desesperadamente que alguien la llevara. Empapada, decidió hacerle señas
al próximo carro que pasara. A pesar de ser una época de agudos
conflictos raciales, un joven blanco se detuvo a ayudarla, la llevó
a un lugar seguro y la puso en un taxi. La señora, que parecía bastante
apurada, anotó la dirección del joven, le agradeció y se fue. Siete
días después, tocaron a la puerta de la casa del joven. Para su
sorpresa, era un paquete a su nombre: un televisor de pantalla gigante
con una nota que decía:
“Muchísimas gracias por ayudarme en la
autopista la otra noche. La lluvia anegó no sólo mi ropa sino mi
espíritu. Entonces apareció usted. Gracias a usted, pude llegar al lado
de la cama de mi marido agonizante, justo antes de que muriera. Dios lo
bendiga por ayudarme y por servir a otros desinteresadamente.
“Sinceramente, la señora de Nat King Cole”
"No esperes nada a cambio y lo recibirás"
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