Tres minutos pasaron, y un hombre de mediana edad cuenta de que había
músico que toca. Se aminoró el paso y se detuvo por unos segundos, y
luego se apresuró a cumplir con su horario.
Un minuto más tarde, el violinista recibió su primera dólar de
propina: una mujer arrojó el dinero en la caja y sin parar, y siguió
caminando.
Unos minutos más tarde, alguien se apoyó contra la pared a escuchar a
él, pero el hombre miró su reloj y comenzó a caminar de nuevo. Es
evidente que se le hizo tarde para el trabajo.
El que paga la mayor atención fue un niño de 3 años. Su madre ha
marcado a lo largo, se apresuró, pero el chico se detuvo a mirar al
violinista. Por último, la madre empuja duro, y el niño siguió
caminando, volviendo la cabeza todo el tiempo. Esta acción fue repetida
por varios otros niños. Todos los padres, sin excepción, los forzaron a
seguir adelante.
En los 45 minutos que el músico tocó, sólo 6 personas se detuvieron y
permanecieron por un tiempo. Alrededor del 20 le dieron dinero, pero
siguió caminando a su ritmo normal. Se recaudó $ 32. Cuando terminó de
tocar y el silencio se hizo cargo, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió,
ni hubo ningún reconocimiento.
Nadie lo sabía, pero el violinista era Joshua Bell, uno de los
músicos más talentosos del mundo. Él había jugado sólo una de las piezas
más complejas jamás escritas, en un violín por valor de 3,5 millones de
dólares.
Dos días antes de su forma de tocar en el metro, Joshua Bell agotó en
un teatro en Boston, donde los asientos de un promedio de $ 100.
Esta es una historia real. Joshua Bell tocando incógnito en la
estación de metro fue organizada por el diario The Washington Post como
parte de un experimento social sobre la percepción, el gusto y las
prioridades de la gente. Las líneas generales fueron los siguientes: en
un entorno común a una hora inapropiada: ¿Percibimos la belleza? ¿Nos
detenemos a apreciarla? ¿Reconocemos el talento en un contexto
inesperado?
Una de las posibles conclusiones de esta experiencia podrían ser:
Si no tenemos un momento para detenerse y escuchar a uno de los
mejores músicos del mundo tocando la mejor música jamás escrita,
¿cuántas otras cosas nos estamos perdiendo?
Por: Josh Nonnenmocher
Por: Josh Nonnenmocher
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