lunes, 22 de abril de 2013

El cazador

El cazador no está disponible, y esto significa que evita deliberadamente cansarse y cansar a los demás. Nada ajeno puede turbarle o atraerle, porque el guerrero, haga lo que haga, posee una intención inflexible. Esta indisponibilidad es, pues, ante todo estratégica, como todo lo que hace el guerrero-cazador. Y esta indisponibilidad viene de que él no deforma su mundo presionándolo. El cazador es lo contrario del hombre corriente, glotón, sentimental, egoísta y explotador. El cazador no hace más que rozar su mundo, y se va rápidamente dejando apenas huella de su paso. De esta manera, el arte del cazador es el hacerse inaccesible, es decir, el tocar el mundo circundante con sobriedad. Y esta inaccesibilidad nada tiene que ver con la soledad del eremita. Si no hace más que esconderse no servirá de nada; sustraerse a los demás es, ante todo, sustraerse a si mismo. El eremita de las religiones cumple de hecho una función social. Todos saben que es un ermitaño y, en primer lugar, lo sabe él mismo. Lo eremítico forma parte de su historia personal, pues para él es una rutina. El guerrero no se sustrae materialmente a su mundo, sino que utiliza su mundo con frugalidad y ternura. Un cazador está en íntima relación con su mundo y, sin embargo, permanece inaccesible a este mismo mundo.

Don Juan —

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